Esta Cenicienta ya ha pasado por noches increíbles y por eternas tardes de tristeza. Esta Cenicienta ha amado al Príncipe azul y al vagabundo pensando que ese podía ser su cuento de hadas. Esta Cenicienta ha reído con chistes malos y ha llorado por razones que estaban más allá de ella.
Esta Cenicienta ha caído y ha llenado de lodo su mágico vestido. Pero esta Cenicienta se levantó y lanzó sus zapatos de cristal bien lejos para correr en libertad.
Para ser, finalmente, feliz. Por el tiempo que dure.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Fue en primavera

Y allí venía ella, caminando por la acera inconsciente de las reacciones que podía provocar. Contoneando las caderas levemente sin que siquiera se percatara de ello. 
¡Y cómo la amaba! 
Sus rizos saltaban como resortes cobrizos con cada paso y el sol en su sonrisa arrancaba destellos que la hacían etérea. 
¡Y cómo amaba su sonrisa! 
Esa mañana sus ojos se mostraban especialmente dulces, como quien hubiera tenido un bonito sueño la noche anterior y el encanto le durara todo el día. Ella era así, alegre y positiva. 
¡Y contagiaba su alegría a todo el mundo! 
Era inevitable no sonreír al verla. Tan pequeña y delicada. Como una ilusión rodeada de árboles en flor. 
Supo de mi presencia varios metros antes de toparse conmigo y, desde allí, agitó su pequeña y femenina mano de uñas rosas a modo de saludo. Estirándose sobre las puntas de sus pies para resaltar sobre el resto de las personas que por allí andaban. 
¡Cómo si ella necesitara hacer algo para resaltar! 
Corrió como una niña feliz hasta llegar a mi solitario puesto en el banco de la Universidad, fingió estar agitada al ponerse a mi altura y me regaló la más radiante de las sonrisas. 
Se estiró de nuevo y posó un suave beso en mi mejilla. Saboreé la sensación como se saborea un helado de vainilla en pleno verano. 
-Espero que lo que quieras decirme sea que el día está hermoso -dijo entrelazando los dedos de sus manos entre sí. Soñadora. 
-El día está hermoso -musité mirando sus ojos brillantes con fijeza. 
Ella volvió a sonreír. 
-En realidad… -empecé, lo tenía todo ensayado e incluso casi estaba esperanzado pues sabía que ella jamás me daría una respuesta que me rompiera el corazón-, necesito hablar contigo acerca de… 
-¡Hey! -saludó a alguien más, detrás de mí-, ¿me esperas un momento? -quiso saber tomando mis manos entre las suyas y con mirada apenada. 
Asentí. ¿Acaso podía negarle algo a ella? 
Obviamente no. 
Y observé cómo su vestido color crema se agitaba con su leve trote al partir.



Feliz primavera a todos.

Imagen de CitrusFrukt en Deviantart

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