Esta Cenicienta ya ha pasado por noches increíbles y por eternas tardes de tristeza. Esta Cenicienta ha amado al Príncipe azul y al vagabundo pensando que ese podía ser su cuento de hadas. Esta Cenicienta ha reído con chistes malos y ha llorado por razones que estaban más allá de ella.
Esta Cenicienta ha caído y ha llenado de lodo su mágico vestido. Pero esta Cenicienta se levantó y lanzó sus zapatos de cristal bien lejos para correr en libertad.
Para ser, finalmente, feliz. Por el tiempo que dure.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Countdown - Parte 04



De regreso

― ¿Estás segura, Jeanette? ―me preguntó Aly cuando estuvimos solas en mi departamento. Sus ojos vidriosos no me amedrentaron. 
―Más que segura, Alyssa ―dije con determinación. Ella quiso objetar, pero no se lo permití―. ¿Acaso no lo entiendes? Me esperan. Mis padres me están esperando y aquí no tengo casi nada por lo que vivir, hacer un largo y costoso tratamiento que después de todo no tiene los resultados que busco me parece algo innecesario. ―Pero… ―quiso hablar mi amiga.
―Lo haré, Aly, pero sólo un tiempo, lo que me lleve preparar maletas y hacer trámites para volar. Tengo que aprovechar el tiempo que me queda en pie antes de atarme a una cama ―conté hablando para mí misma mientras acomodaba ropa limpia en el clóset.  Ella lanzó un gemido y corrió a abrazarme entre sollozos.  
―Estás loca, amiga. 

Tal vez. 
Tal vez estaba loca y ése fuera una de las enfermedades asociadas a la leucemia. Aún en los últimos momentos Alyssa parecía mirarme de la misma manera que hacía meses, como si esperara que en cualquier momento me pusiera a reír a carcajadas o como si de un segundo al otro pudiera desaparecer. Aunque claro, no podía asegurarlo pues apenas podía diferenciar colores y difusas formas. 
No sabía cuándo terminaría todo, cuándo sería el día en que la enfermedad pasara por encima a mis ganas de vivir, de vivir cosas que no viví por mis propias restricciones, por mis propios límites, pero debía empezar lo antes posible. Antes de que todo fuera el doble de complicado. 
Recuerdo haber ido a quimioterapia una semana e inmediatamente reafirmé que aquello sólo me hacía peor. Quizás ayudaba a aumentar la cantidad de glóbulos blancos utilizables en mi sangre, quizás disminuía el impacto del problema que provocaba la leucemia, pero también se llevaba con ella mi vitalidad. Me sentía somnolienta más a menudo, los moretones en mi piel no venían solos sino que hacían que el color de mi cutis desapareciera por completo, mi cabello dejó de brillar y comenzó a caerse por mechones con el sólo paso del cepillo. Ahora más que nunca parecía un zombi. 
Y era sólo el principio… 
En The Sun, mis compañeros se habían enterado de la noticia de alguna manera y me trataban diferente. No como a la Jeanette de siempre. Y era eso lo que menos soportaba. La diferencia, la exclusión, el extremo cuidado con el que me hablaban como si una palabra fuera de lugar me matara. Me sonreían mucho y con frecuencia y me cedían asientos cada vez que iba a consultar algo con ellos. 
Lo detestaba. Detestaba que me trataran como una inútil todavía más que a la quimioterapia. 
Aquel último lunes de primavera ya lo tenía todo listo: pasaporte, maletas hechas y ordenadas y boletos de ida hacia mi ciudad natal, hacia San Francisco y un pasado que pensé que reencontraría mucho tiempo después. 
Justamente eso no tenía: tiempo. Se me estaba escapando de las manos como agua y debía verlo. Necesitaba verlo, saber que era feliz, que al menos él lo era, que había continuado con su vida de la manera en la que yo no lo hice desde esa oportunidad en la que todo acabó y de mi lado sólo había quedado el inmenso amor que sentía por el dueño de los ojos azules más preciosos del planeta. Debía verlo, debía saber de Damien. 
Sabía perfectamente que no sería sencillo, más bien como tratar de encontrar la aguja en el pajar. Y era por eso que necesitaba salir ya mismo. 






Recuerdos…

Rememoré nuestra historia durante el viaje de ida. 

Alyssa había insistido con acompañarme y, teniendo en cuenta lo incierto de mi futuro, acepté que lo hiciera. No era seguro quedarme sola mucho tiempo, necesitaba sentirme apoyada y quería pasar mis últimos meses con la única persona que había sido capaz de penetrar en la muralla que había erigido alrededor de mis emociones. 
Ella se mantenía en silencio, mirando por la ventanilla del avión por lo que podía darme el lujo de sumergirme tranquilamente en la maraña de recuerdos que venían a mí cuando pensaba en él, cuando recordaba los atardeceres en los que me quedaba contemplándolo desde lejos, siempre desde lejos pues nunca fue mío de ninguna forma y nunca más lo sería. 
Siempre ponía un filtro a nuestra historia, evitaba recordarla para no caer en el profundo pozo de recuerdos, imágenes y aromas que llegaban a mi mente ni bien escuchaba una palabra que me lo recordara. Para mi fortuna, la lista de esas palabras estaba disminuyendo en cantidad, hasta sólo afectarme ‘amor’, ‘Damien’ y ‘California’. 
Recordaba cada uno de los detalles de su rostro como si de verdad hubiera tenido la oportunidad de quedármele mirando a cinco milímetros del mío, como si mis dedos hubieran podido delinear la perfección de la línea de su mandíbula, la de sus pómulos y el delicado arco de sus cejas. Pero nunca había pasado, todo sucedía sólo en mi cabeza. Incluso recordé la primera vez que lo había visto, allá en la Universidad hacía tanto tiempo.










Imágenes de Aimeeliketotakepics y Thenightshedied en Deviantart

1 comentario:

  1. Lo leí bien temprano, jajaj, pero no comenté porque no estaba en mi compu :/ aquí me tienes, después de todo.. es taan triste D; pero siento que estoy de acuerdo con Jean.. aferrarme a una ilusión, molestar a los demás, es algo que no va conmigo, menos ahora..

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