La razón por la que había acudido a ése lugar no era precisamente alentadora. Ni siquiera habría concedido ir hasta allí de habérmelo preguntado a mí misma, pero allí estaba: entre esa multitud de desconocidos, observando aquel desfile que colmaba una de las más importantes arterias de una ciudad no lo bastante grande.
Y entonces apareció... como un espejismo, como una ilusión, como uno de mis sueños oníricos en los que las personas avanzaban con grandes nubes de humo blanco y luces apuntándolos como si estuvieran en un escenario.
Un segundo antes, en ese lugar sólo habían rostros sosos y sin gracia ni emociones, y cuando volví la mirada él sobresalía de entre las cabezas, como la encarnación de la dulzura a pesar de la seriedad dueña de sus expresiones.
El pelo rubio de revoltosos y adorables rizos no iba a pasarme inadvertido ni por un segundo, aunque aquel estereotipo de peinado masculino no entrara exactamente en mis cánones de hombre. Sin embargo, era su cabello lo que le daba ese aire de tierna sensualidad.
Caminó entre las personas con gráciles movimientos, enderezándose cada tanto para abrirse paso entre los apretujados cuerpos de la gente indiferente aél . ¿Acaso no se daban cuenta de tan inusual belleza? Por mi parte, no podía hallar nada en esa calle que pudiera llamarme más la atención.
Él no se percató de mi presencia ni de mi incesante mirada hasta que estuvo a mi lado, a sólo un metro. ¡A mi lado! Bastaba con extender una mano para comprobar si era o no producto de mi imaginación sobredesarrollada gracias a las novelas que me gustan leer.
No lo hice, me había faltado el valor para ese acto de desfachatez en el que osaba tocar a un completo desconocido para la simple constatación de mi cordura, pero sus ojos se clavaron en los míos con avidez por una fracción de segundo.
Verde. Todo se volvió verde. Verde hierba o verde agua ¿qué importaba? Verde de sus ojos.
Las piernas se me hicieron de gelatina y el estómago pasó a pesarme media tonelada con ese gesto suyo.
Una leve sonrisa asomó por las comisuras de sus finos y rosas labios en ese momento, quizás había descubierto el poder que tenía sobre mí y eso le hacía sentir omnipotente. Insolente desconocido que pretendía manejarme. Estúpida yo que quería que lo hiciera.
Un estruendo desvió su atención hacia el desfile que yo misma había olvidado. Todo aquel alboroto sólo me parecía música ambiental de fondo, rompiendo nuestra conexión y devolviéndome un atisbo de consciencia al mismo tiempo.
Sonreí como una tonta volviendo mi vista hacia adelante, hacia los niños que flameaban pequeñas banderas de papel celeste y blanco.
Sentía su mirada escrutar mi rostro de vez en cuando, abrasándome... y cuando dirigía la mía hacia él, simplemente volteaba, como adolescente inseguro. Volvía a sonreír, tal vez la omnipotente era yo.
El destino no lo quiso y, aunque cada vez que nuestros ojos se encontraran -verde y castaño se mezclaran en sincronía a mitad de camino como menta y chocolate- sintiera que lo conociera de toda la vida, como si hubiera mantenido con él una larga conversación a pesar de no haber oído su voz dirigida directamente a mí, nuestra historia tuvo su fin al tiempo que aquel desfile festivo, y sus sonrisas y miradas se fueron como el confeti con el viento.
***
Bien, finalmente tuve el valor de publicar algo escrito por mí. Éste es uno de mis textos favoritos, bien porque se trata de una historia real, es decir que el niño que inspiró este oneshoot existe, en algún lugar y sería muy parecido al hombre de la foto que es Laurï Ylönen, vocalista de The Rasmus.
En lo personal, me gusta mucho -el escrito, digo, también Laurï si vamos al caso- y pensando en lo perfeccionista que soy, es mucho decir.
> See you later.
- Listening: "Far away" by Nickelback
Yo sabía que era él el de la foto *O*
ResponderEliminarCambiando de tema, entiendo perfectamente ese sentimiento que describes acá, todas esas sensaciones al encontrarse de ese modo con un desconocido. Y es gracioso, peor no es que uno no tenga valor, es que simplemente es mejor no conocerse y menos hablarse, porque así se perdería algo que hace muy importante ese momento.