Esta Cenicienta ya ha pasado por noches increíbles y por eternas tardes de tristeza. Esta Cenicienta ha amado al Príncipe azul y al vagabundo pensando que ese podía ser su cuento de hadas. Esta Cenicienta ha reído con chistes malos y ha llorado por razones que estaban más allá de ella.
Esta Cenicienta ha caído y ha llenado de lodo su mágico vestido. Pero esta Cenicienta se levantó y lanzó sus zapatos de cristal bien lejos para correr en libertad.
Para ser, finalmente, feliz. Por el tiempo que dure.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Countdown - Parte 17


Último párrafo [cont.]

A la mañana siguiente, el ingeniero Acker fue despertado por un llamado proveniente de la editorial donde había dejado el manuscrito original de su primer libro. La primera tanda de ejemplares saldría la semana siguiente y los libros ya estaban impresos y encuadernados para que él fuera a echarles un vistazo. 
Así lo hizo, con la emoción de haber cumplido su sueño. Y en lo primero que pensó al observar la portada del ejemplar que tenía en sus manos y, mientras el aroma a la tinta aún flotaba con cada página, fue en una joven que descansaba sobre una cama de hospital. 
Ese primer ejemplar entre sus manos ya tenía dueña y se lo haría llegar de manera personal. 

*** 

Alyssa Grant despertó esa mañana muy temprano debido al alboroto de gente que entraba y salía de la habitación que compartía con Jean. Desde su puesto en el sofá más lejano observó cómo el doctor Sullivan desconectaba las máquinas y el dolor desbordó su corazón al observar el inerte cuerpo de su amiga, más pálida que nunca y con la boca entreabierta como si aún intentara respirar. 
Todo había terminado para ella. Para ambas.
Se puso de pie y, como una autómata se acercó al lecho. Su amiga ya no estaba allí aunque quisiera que así fuera. 
Una solitaria lágrima abrió paso por sus mejillas precediendo la procesión de su llanto. Uno que en hacía demasiados años no inundaba su rostro. Uno que no pensó que derramaría jamás. Porque ella no lloraba jamás, porque ella era la princesa del hielo y las emociones no se marcaban en su cuerpo. 
Porque ella se había prometido a sí misma purgarse de todos los sentimientos. 
Pero había perdido a su única y mejor amiga. 
No llores, amiga”, le habría dicho Jean, “ambas sabíamos que pasaría. Soy sólo yo, vamos”. Incluso podía sentir sus manos en los hombros, dándole apoyo. 
Recordó la sonrisa de la Jeanette positiva que vivía en Londres con ella. La que iba colocando dibujos y pinturas de colores por todo el departamento para que la casa “tuviera vida”. 
El destino había sido tan injusto con ella. Tomó una de las delgadas y frías manos de Jeanette entre las suyas y se despidió de su amiga para siempre prometiendo que continuaría viviendo en aquel libro que había escrito hasta el día anterior como si supiera que esa misma noche todo terminaría. 


Damien estaba feliz en su camino hacia el hospital. Llevaba con ansias su primer libro, el que se lo regalaría a Jeanette. No podía esperar para saber su opinión. 
Lo había escrito pensando en ella y fue por ella que lo tituló “Si tú fueras mi cielo”. En él había abierto su corazón como nunca antes lo había hecho desde que la había conocido hacía más de diez años. Esta era su forma de decirle lo que sentía pues la muchacha de la historia resultaba ser una copia fiel de su mejor amiga, con todos sus rasgos físicos y todo lo que amaba de ella. 
Estacionó su coche en el subsuelo y subió hasta la habitación correspondiente. Abrió la puerta sin tocar deseando que ella estuviera despierta. La saludaría con un beso en los labios. 
Al llegar, el cuarto estaba prácticamente vacío, sólo vio a Alyssa cabizbaja, acariciando las sábanas de una cama que ya no estaba ocupada. 
Su corazón lo entendió en ese instante. Jean no había visto la increíble mañana que se reproducía afuera pues su Jeanette había muerto. 
Los ojos delineados de rojo de Alyssa y con las ojeras marcadas se encontraron con los azules de Damien y bastó para contestar todas sus preguntas. Esa misma mirada disipó las dudas y abrió su pecho con una navaja, exponiendo todos sus órganos al exterior. Robándole el aire. Helando su alma. 
El regalo entre sus dedos aterrizó en el suelo con un golpe sordo mostrando en la portada la imagen de una joven morena de brillante cabellera que se estiraba para alcanzar un globo que se perdía en el cielo, y Aly corrió a encontrar algo que calmara su dolor en sus brazos. 
Dos penas siendo una más grande. Ambas llorando por un alma perdida. Jeanette que había decidido marchar aquella mañana, cuando el otoño perecía.-




Imagen de Dianar87 en Deviantart.


Bueno, Countdown llega a su fin. Espero que a mi lectora principal le haya gustado -porque no estoy segura de si alguien más lo leyó-. Mi intención con esta historia fue, sobre todo, mostrar el impacto de las decisiones que cada persona toma en su vida. Quería mostrar cómo -la misma Jeanette lo había dicho-, una decisión puede parecer buena en un momento y pésima pensándolo bien, pero que aún así, aceptar las consecuencias con la mejor sonrisa.

2 comentarios:

  1. ¿Si te digo que lloré me creerías? :'( pobre Damien.. tan ilusionado que estaba D: me dio penita u.u por un momento creí que no sucedería.. pero cuando empezaste a escribir en tercera persona.. morí >< lo amé D:

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  2. aww :33 apenas lo comenzee a leer aun no llegoo a este capitulo! peroo loo pocoo qe llevoo leyeendo me ha encantadoo! awww :DD

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