Esta Cenicienta ya ha pasado por noches increíbles y por eternas tardes de tristeza. Esta Cenicienta ha amado al Príncipe azul y al vagabundo pensando que ese podía ser su cuento de hadas. Esta Cenicienta ha reído con chistes malos y ha llorado por razones que estaban más allá de ella.
Esta Cenicienta ha caído y ha llenado de lodo su mágico vestido. Pero esta Cenicienta se levantó y lanzó sus zapatos de cristal bien lejos para correr en libertad.
Para ser, finalmente, feliz. Por el tiempo que dure.

martes, 1 de noviembre de 2011

Countdown - Parte 15


Confesiones [cont.]

Mi mente no estaba preparada para tanta información acumulada y volvía a trabajar a velocidad reducida. Una parte de ella saltaba de alegría por todo aquel significado oculto en las palabras. 
La otra, simplemente se negaba a creer en esta realidad. 
―Volví por ti, Damien ―me confesé intentando esquivar mi vista hacia cualquier parte, mas él no me lo permitió―, quería saber cómo estabas. 
―¿Por qué desapareciste? ―volvió a preguntarme como unas cuantas noches atrás. Urgido por una respuesta, pero con la ternura de quien sabe que no la encontrará de buenas a primeras. 
Cerré los ojos con fuerzas. Era el momento, iba a perderlo de todos modos, ¿qué importaba que le dijera la verdad? ¿Qué diferencia haría? 
Ninguna. Sólo me quitaría un peso de encima. 
―Tenía miedo ―susurré, un tanto por la conmoción y otro tanto por la escasa fuerza que quedaba en mi cuerpo―. Había empezado a sentir por ti cosas que no me permitía y pensé que cruzando la frontera las podría abandonar aquí. 
―¿Fue así? ―quiso saber. Negué con la cabeza. 
Aquellos sentimientos me habían acompañado hasta Inglaterra. Me acompañarían incluso si viajara hasta la Luna. Estarían conmigo por siempre. 
―No sabes la impotencia que siento al verte dejándote morir. La impotencia de encontrarte sólo para volver a perderte y esta vez para siempre. Pero aún más porque podríamos haber tenido un futuro juntos. Uno mejor que éste ―dijo, esta vez agachando él la vista. 
Dejó caer su mano de mi rostro, rendido. El corazón se me estrujó de tristeza y las palabras resonaron en mi interior por todo un minuto. 
“Un futuro juntos”. Inclusive podía imaginarlo. Podía verme enamorada de él, riendo juntos en la banca de una plaza. Jugando con la harina mientras preparábamos pizza. Durmiendo acurrucada en su pecho mientras la lluvia empañaba el vidrio de mi ventana. Sería tan sencillo dejarlo ser que dolía todavía más que los ataques de la leucemia en mi cuerpo. 
―Por favor, no digas más. No soportaría pensar en todo lo que me he equivocado ―musité de manera casi inaudible. Cerré los ojos y me lamenté profundamente. 
Había cometido tantos errores y ahora era demasiado tarde. La bomba estaba a punto de estallar y en ese momento, deseaba que lo hiciera. 
Advertí una cálida respiración acariciar mi nariz, un segundo antes de sentir la suavidad de sus labios en los míos. Tiernos y cargados de sentimientos, de necesidad y deseos. 
Si tan sólo pudiera borrar la leucemia de mi cuerpo. Hubiera respondido con mayor vitalidad a aquel beso. Daría todo de mí y no sólo la mísera pizca de vida que se me escapaba con cada respiración. 
Pero un beso de Damien lo justificaba todo. El saber que sentía algo lejanamente parecido a lo que yo sentía por él, allí, incluso a un metro de la muerte, me mostraba que en verdad el amor existía. Que había alguien allí para mí pero que por decisiones equivocadas jamás sería nada más que ese beso. 
La respiración me falló casi de inmediato y él lo supo. Se apartó de mí y lo observé abrir sus ojos. Sus ojos azules salpicados de amor, al borde del llanto y enmarcados por largas pestañas que lo hacían adorable. 
Las motitas oscuras en sus iris estaban allí como hacía siete años y minúsculas líneas de expresión se dibujaron en el contorno de sus ojos cuando me sonrió levemente. 
Me llevaría esa imagen tatuada para toda la eternidad. 


El día siguiente fue el peor de todos. Ni siquiera podía encontrar un poco de paz rememorando el beso con Damien. Había sido el momento más especial de mi vida y no había podido disfrutarlo. 
Ese beso había sido el principio de algo que duró lo que el beso. Un par de segundos. Para terminar sin que siquiera sus labios lograran calentar los míos con su roce. 
La muerte estaba rondándome muy cerca, podía sentirla a los pies de la cama, decidiendo si llevarme con ella en quince minutos o mañana por la mañana. Como si esperara el escenario preciso para mi último acto. 
Aly a mi lado, escribía lo que le susurraba, con su oído inclinado hacia mi prácticamente inaudible voz. Corrigiendo mis expresiones cuando resultaban incoherentes. 
Buscaba un cierre, una manera de culminarlo todo. Algo que quien lo leyera luego no se quedara con un sabor amargo ni una tristeza incontenible como la de mi amiga en ese momento. Algo que, de cierto modo, dejara una enseñanza. 
Pero me resultaba difícil dejar una moraleja cuando yo misma había aprendido tarde todas las cosas trascendentales de la vida. 
Pero, aun viendo a la muerte a la cara, no tenía miedo ni dolor. Los analgésicos se encargaban de borrarlo todo. Sólo me quedaba una estúpida sensación en el pecho al no haber seguido el consejo de Aly cuando insistía en que me tratara. Claro, en ese entonces no tenía idea que volvería a encontrar a Damien, que resultaría que lo continuaba amando y que él correspondería minúsculamente a ese sentimiento. 
Mi amiga mientras tanto se mantenía en silencio, salvo las escasas palabras que de vez en cuando pronunciaba para corroborar mis ideas a escribir. No comentaba acerca de lo que estaba cerca, pues ella bien sabía que yo conocía muy bien las palabras que quería decir al respecto de casi todo. 
“Me alegra que tú y Damien se hayan sincerado”, habría dicho. “Aunque me hubiera gustado que todo sucediera antes” 
Era increíble la manera en la que una simple decisión tomada en un momento diferente podía haberlo cambiado todo. 
La decisión de no huir de Estados Unidos, la de confesar mis sentimientos a Damien aún estando aquí, la de seguir un tratamiento… podría haber logrado que yo no estuviera en esas condiciones. 
Quizás estaría casada con Damien, recuperándome de leucemia. 
Quizás lo nuestro no habría funcionado de todos modos pero me habría convencido de luchar. 
Siempre pensé que las decisiones tomadas en un determinado momento podían resultar muy buenas hoy y no tan buenas mañana, viéndolas desde otra perspectiva.
De cualquier modo, ya era demasiado tarde para mí.

1 comentario:

  1. le puse pulgar abajo porque me da pena :/ no está malo.. es para Jean.. y por todo lo que está pasando :( y bueno.. también un pulgar arriba porque AL FIN SE DIJERON LA VERDAD! xd te quieroo c:

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