Esta Cenicienta ya ha pasado por noches increíbles y por eternas tardes de tristeza. Esta Cenicienta ha amado al Príncipe azul y al vagabundo pensando que ese podía ser su cuento de hadas. Esta Cenicienta ha reído con chistes malos y ha llorado por razones que estaban más allá de ella.
Esta Cenicienta ha caído y ha llenado de lodo su mágico vestido. Pero esta Cenicienta se levantó y lanzó sus zapatos de cristal bien lejos para correr en libertad.
Para ser, finalmente, feliz. Por el tiempo que dure.

martes, 11 de octubre de 2011

Countdown - Parte 13


Últimos pasos


La primera mañana de mi internación fui despertada por Alyssa que revoloteaba aquí y allá decorando la habitación, con portarretratos y pinturas. Intentando poner color a tan deprimente escenario. Para, al menos, dejar el mundo de una manera menos triste. 
Una maleta abierta descansaba en el gran sofá donde supuse ella había pasado la noche, y otra cerrada acostada en el suelo. 
Sobre la pequeña mesa de luz a un lado de mi cabeza había un jarrón violeta colmado de flores rosas, blancas y lilas. Claveles y margaritas. Y pequeños helechos dando verdor al ramo. Un gran moño a tono  terminaba el arreglo.
Una tarjeta rectangular rosa entre las flores. 
―Buenos días ―saludó Alyssa, le regalé una sonrisa para que supiera que había amanecido bien―. Bonitas flores ¿eh? 
―Buenos días, Aly ―dije sentándome lentamente. Me sentía mejor que el día anterior, lo que me puso de excelente humor―. Sí, son hermosas. Gracias por el regalo, a este cuarto le hacía falta un poco de color. 
Alyssa afirmó levemente con la cabeza y luego rió bajito. 
―No fui yo ―explicó acercándose al ramo, acarició las flores con una sonrisa extraña y tomó la pequeña tarjeta para que pudiera darle un vistazo. 
La tarjeta decía: Que tengas un lindo día. Damien. 
Como estúpida sonreí. Leyendo las sencillas palabras con aquella voz profunda en mi mente. 
Había sido una agradable sorpresa. Una enorme sorpresa recibir un ramo de flores de la única persona de la que pensé no volver a tener noticias jamás luego de aquella minúscula conversación del día anterior. 
Y esa sonrisa sobrevivió todo el día y un poco más. Hasta que una sorpresa aún mayor que las flores apareció detrás de la puerta de mi aún aburrida habitación. 
―Buenas noches ―dijo él, Damien con el mismo aspecto cansino y la misma pequeña sonrisa al verme luego de que hube terminado de cenar. 
―Buenas noches ―repetimos Aly y yo al mismo tiempo. 
Damien tiró su gabardina sobre el respaldo de la silla a mi lado y tomó asiento. Amplió su sonrisa al ver el ramo de flores sobre mi mesa de luz. 
―¿Te han gustado las flores? ―me preguntó. Asentí. 
―Sí, gracias, son muy bonitas. 
―Pensé que, ya que conociéndote no te gustaría quedarte en un lugar tan deprimente, al menos podría colaborar con un poco de color ―explicó con un encogimiento de hombros. 
Y allí fue cuando supe que aún lo amaba, porque a pesar de haber pasado tanto tiempo desde la última vez que nos hayamos visto aún me recordaba. Él no me había olvidado incluso cuando había desaparecido de repente. Incluso cuando debería de estar enfadado conmigo. 
―Estás en lo cierto ―coincidí. 
Él me obsequió una de sus más bellas sonrisas desarmando mi corazón y marcando de nuevo aquel ritmo que no había bailado desde hacía bastante tiempo. 

Desde esa noche, recibí sus visitas cada día, a la misma hora, con la misma sonrisa y el mismo ritmo acelerado de mi corazón como música de fondo. 
Reí mucho y sonreí bastante más. Recordamos tiempos pasados y nuestras divertidas tardes en la Universidad. Alyssa y Damien estaban haciendo mis últimos pasos realmente fáciles de transitar. 
Aquella mañana, el día más difícil que había vivido hasta entonces, era domingo y había despertado con mucho malestar. Esa mañana cambiaron la droga que me mantenía sin dolores por una más intensa. 
Me costó mucho trabajo levantar la cabeza de la almohada. El sólo hecho de cambiar de posición horizontal a vertical resultaba horrible. Los mareos abundaban y preferí contemplar el techo en lo que me quedaba de tiempo. Por más aburrida que pareciera la perspectiva. 
Alyssa se entretenía rearmando su incómodo lecho sobre el sofá, engordando sus almohadas y borrando las arrugas de sus sábanas rosas. Y Damien estaba a mi lado, escribiendo en su laptop, con un casi invisible par de lentes rectangulares que transparentaban sus ojos azules, brillantes por el cristal y por la misma concentración en su tan dedicada tarea. 
―¿Finalmente has decidido seguir tus sueños? ―hablé con una voz extraña, rasposa, apagada, que aunque no parecía, era la mía. 
Recordé una de las tantas conversaciones del pasado, esa en la que él me había confesado que su verdadero deseo era ser escritor. La misma en la que había escuchado de su boca que había elegido la carrera de arquitectura sólo para el placer de su madre, quien buscaba hallar un poco de consuelo de su viudez repentina en un hijo que cumpliría sus propios sueños frustrados. 
Damien levantó su vista de la pantalla y me clavó su mirada deslizando sus lentes hasta la punta de su nariz. Sonrió de lado antes de contestarme. 
―En algún momento debía hacerlo. 
―Me alegro por ti ―me sinceré. 
―He presentado uno de mis escritos en una editorial la semana pasada. Aún espero novedades ―me contó con un brillo de esperanza en su rostro. 
Me acosté de lado de modo de quedar frente a él y lograr observarlo mejor. Diablos, era increíble la manera en la que sentí que podría quedármele viendo toda la noche sin que me saturara de él. 
―Estoy segura de que la publicarán y será un éxito ―deseé, incluso cuando no tenía idea de la historia que contaba. 
―Ojalá. Te regalaré la primera copia ni bien esté lista―dijo volviendo a tipear en su laptop. 
―Sólo espero estar aquí para leerlo ―susurré volviendo a mirar el entretenido techo. 
―Sé que sí lo estarás ―afirmó seguro Damien que al parecer me había oído―. Y corregirás todo lo que se le haya pasado a los editores. 
Sonreí con tristeza. Mi cuerpo parecía una bomba, con un enorme reloj de dígitos rojos incrustado que contaba hacia atrás el tiempo que me quedaba. Y ese tiempo era muy escaso. Lo sabía.



Una de mis partes favoritas :)

1 comentario:

  1. No te voy a mentir. No sé si olvidé que me habías dejado el link.. o qué.. pero no lo había leído u.u y pues.. ya lo hice c: y está.. lindo :) me sonó a lo que tú esperabas que hiciera yo cuando leyera el resumen de CD xd quiero máaaas :/

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